miércoles, 16 de junio de 2010

Imagen y pedagogía[1]


Las imágenes, como parte constitutiva de nuestra actividad cerebral, han estado siempre ahí, formando parte de nuestros miedos, de nuestros sueños y nuestros anhelos, y sin embargo pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su naturaleza y sobre el papel que juegan en nuestras distintas formas de aprender a lo largo de la vida

[1] Arévalo (1998), menciona que la imagen es una representación de una porción de la realidad. En la imagen identificamos lo que esta presente en los límites del marco de la imagen. Hay una interpretación y un significado que se complementan gracias a los elementos constitutivos de la imagen, y elementos ausentes que construimos a través de la mente.

Las imágenes se clasifican en dos grupos, los cuales son determinados por lo que se quiere expresar, lo que queremos suscitar a nuestro interlocutor. Las que tienen un significado único (monosémicas) y las que tienen varias posibilidades de significados (polisémicas)
Para darle una funcionalidad dentro de la enseñanza como una herramienta que nos permita enriquecer el contenido, necesitamos tener algún tipo de control sobre su significado: su selección no debe ser aleatoria o constituirse como una mera ilustración.
El autor nos menciona como educar a partir de imágenes y educar para las imágenes, siendo que estas, muestran aspectos del mundo lejano y pasado, donde a partir de ellas podemos crear escenarios de lo posible.
También la imagen hace énfasis en aspectos que de tan cotidianos pasan desapercibidos. Este tipo de imágenes contribuye al desarrollo de procesos educativos sobre temas muy específicos, es decir, se puede educar con la imagen.

Educarse para las imágenes es conocer los factores que determinan su génesis, su dinámica interna y la forma en que son percibidas por un sujeto determinado.

La escuela en general no nos prepara para la imagen, la formación que recibimos es más pragmática y la educación para la imagen es llevada a cabo por instituciones externas al cuerpo educativo que conforman la familia y la escuela.

Educar para la imagen es ante todo tener clara conciencia de su potencial educativo. Las imágenes tiene una finalidad artística: percepción estética, nos ayuda a ser mas humanos y mas completos, a demás que nos ayuda a pasar a un nivel mas critico del cumulo de imágenes que día a día nos van invadiendo y ¿por que no?, se pregunta el autor, convertirnos en productores creadores de las imágenes que utilizamos en nuestra practica educativa.

¿Por donde empezar?


Para fines estratégicos y didácticos es conveniente ensayarlos sin perder de vista el papel que están jugando en un contexto y un momento determinado. Educar con imágenes es la práctica más común aunque no sea producto de la convicción y la reflexión.
Para acércanos a la modalidad de educar con la imagen, se nos sugiere comenzar por preguntarnos sobre una imagen en particular, preguntarnos sobre lo que observamos: “¿Quién realizó la imagen?, ¿Qué función juega?... dar inferencias y comenzar a plantear hipótesis.

Tradicionalmente la educación ha empleado la imagen fija como instrumento de apoyo a la educación, una imagen pobre por cierto. Cualquiera recuerda las estampitas, las monografías y los carteles de los héroes que adornaban —y lo hacen aún— los salones de clase.
Lo importante a saber sobre el medio, es cuándo y por qué utilizarlo para no gastar recursos innecesariamente y mucho menos subestimar a nuestros interlocutores.

Hay situaciones en las que se puede utilizar únicamente una fotocopia o una tarjeta postal, otros para una proyección de video o un elaborado diaporama. Esto dependerá de la intención educativa y las características de nuestros estudiantes, principalmente.

Conclusión:
Lo que necesitamos recordar es que cualquier medio es susceptible de convertirse, en una situación educativa, en un eficaz instrumento de enseñanza o aprendizaje.
Eso por una parte; por la otra, no podemos perder de vista que el solo hecho de utilizar un medio, por sofisticado que sea, no garantiza el éxito pedagógico.En muchos aspectos la imagen se ha convertido en un elemento mediador entre la realidad y el individuo. El mundo no puede aprehenderse en su totalidad por la experiencia directa. Cada vez estamos más obligados a entender nuestro entorno y a llegar al conocimiento a través de esa mediación de las imágenes. De ahí que éstas sean parte de los sistemas de representación que no únicamente muestran sino que se constituyen en sistemas expresivos para explicar al hombre y al universo. En este sentido la imagen es discurso, retórica y construcción del individuo.
[1] Arévalo, Javier (1998), "Imagen y pedagogía", en Didáctica de los medios de comunicación. Lecturas, México, SEP, pp. 22-28.

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